jueves, 2 de julio de 2020

“Patriarcado y embarazo. El control de nuestros cuerpos”


“Patriarcado y embarazo.
El control de nuestros cuerpos”

Autora: Lic. Carolina Pena


Resumen

Este trabajo intenta abordar las concepciones que se encuentran social y culturalmente arraigadas entorno al cuerpo denominado femenino. Cuerpo útero a ser fecundado. Cuerpo que es espacio de dominación, violencia y enajenación. Desde aquí se pensará la labor de un/a analista en contrapartida con el discurso médico hegemónico, patriarcal y dominante, abriendo el lugar a la escucha y a la palabra en tanto actos subjetivantes, que permiten no sólo elaborar lo traumático sino también que le abren a la mujer la posibilidad que le ha sido siempre negada; la de ser protagonista única de uno de los hechos sexuales más significativos que puede elegir en su vida: el embarazarse y maternar siguiendo su deseo.
Se hablará también de las marcas que reactualiza un embarazo y el criar a un nuevo ser. Ansiedades tempranas, miedos, angustias a las que se les debe dar el tiempo y el lugar para aparecer y desentramarse.



La forma de lograr un cambio no es yendo en contra de la corriente ni intentando que las mujeres vuelvan a parir a las cavernas, sino devolviendo el espacio simbólico al acto del nacimiento y a toda su periferia, incluyendo el saber médico, las técnicas de las parteras e introduciendo la palabra ya no mágica de antaño, sino la que es capaz de elaborar la psicología actual para dar respuesta a una necesidad ancestral: la de toda mujer y toda familia de sentirse escuchada, respetada, acompañada y sostenida ante la llegada de un bebé y en el inicio de la vida”[1].


Mujer-Madre y la mirada hegemónica patriarcal

El cuerpo denominado femenino ha sido significado desde siempre como un útero para ser fecundado. Mujeres incubadoras. Cuerpos gestantes. Cuerpo como espacio de dominación, violencia y enajenación. Un cuerpo y una subjetividad al servicio de otros. Entonces, el cuerpo de la mujer “ha sido identificado ideológica y socialmente con la naturaleza; está predestinado para ser usufructuado, poseído, ocupado, apropiado por el hombre[2]”. A la mujer se la suele catalogar según sus momentos vitales, en tanto haya gestado o no. En tanto materne, o decida no hacerlo. Se es mujer o se es madre.  Amor maternal además, considerado como único, diverso, especial. Amor romantizado que toda mujer debiera sentir cuando su hije salga de su vientre. Esto, junto al mito del instinto maternal, interviene significativamente en el control social de las mujeres, produciendo subjetividad. Las representaciones sociales en torno a la maternidad se ven atravesadas fuertemente por diferentes instituciones como el Estado, la iglesia, los agentes de salud, los agentes jurídicos, entre otros. “Mientras este mito se mantiene vivo, permanece también intacta la subordinación de las mujeres, negándoles así una identidad por fuera de la función materna. Este mito dictamina que toda mujer debe, necesita y desea ser madre.[3]  

Un dato relevante es el gran porcentaje de episodios de depresión posparto que pasan inadvertidos o son mal diagnosticados ya que las mujeres menoscaban la aparición de sentimientos de rechazo hacia la maternidad. Esto, debido a lo que socialmente se espera de ellas, recientes madres, que debieran estar felices y a gusto con su nuevo hije. Si esto no es lo que esa mujer muestra, se torna incomprensible y disruptivo para los otros. Molesta y en ocasiones se oculta.

Entonces, si se es mujer y se ha decidido embarazarse, se supone que se deberá ser feliz habiéndolo logrado y que sacrificialmente se soportará todo. Dolores, maltratos, violencia, todo en pos del bienestar de la cría. Así nos piensa la sociedad patriarcal de la cual el discurso médico hegemónico es gran heredero y así es que nos encontramos con mujeres que paren sumisamente, con la cabeza gacha ante aquel que las oprime, las victimiza porque “si estás embarazada, ahora báncatela” (sic) o porque si “ya tenés 4 pibes, cómo te va a doler un tacto?” (sic). Mujeres que paren y entregan su cuerpo y sus genitales como si les pertenecieran a los otros. Esos otros que se supone que saben. Que ostentan un saber que deja totalmente de lado lo subjetivo, lo singular de esa mujer, embarazada o puérpera. “Yo me quedo callada, si confrontás es peor, se enojan y te tratan mal” (sic).

La mujer adherida al discurso médico, temerosa, con miles de miedos de lo que en un embarazo es normal o patológico, suele presentar muchas dificultades para hacer su propia experiencia de embarazo y parto. Esto se ve en el famoso miedo al parto, al dolor. El dolor es, además de algo que se siente en el cuerpo, una construcción social, y el parto siempre queda asociado a algo que se padece, eso que se ve en las novelas, generalmente bastante alejado a lo que es: un acto sexual que debería poder transitarse en el goce, en el placer; que muchas veces duele, sí, pero cuando se ubica eso en el centro de la cuestión suelen complicarse las cosas.
En una entrevista de admisión una mujer embarazada contaba: “le dije a la obstetra que me quiero ligar. Tuve una mala experiencia en el parto anterior (diversas intervenciones violentas de las cuales no fue avisada ni puesta al tanto posteriormente) sentí que me arruinaron el cuerpo. Este embarazo no fue buscado y lo primero que se me vino cuando me enteré fue el miedo al parto. Tengo miedo de llegar y decir no quiero. Llega la noche y es llorar… me da terror parir. No quiero que me duela. En las charlas de preparto me hablaron de que podían llegar a usar fórceps, o la episiotomía para no desgarrarme peor…” (sic).

El cuerpo imperfecto es el principal mandato de género sobre el cuerpo de las mujeres. Mandato que es trasladado rápidamente al proceso de embarazo. Mujer que suele pensarse imperfecta, intuye también que algo en su embarazo no irá bien, que dolerá, que necesitará de mucha ayuda médica, que sola no podrá, que ante cualquier síntoma nuevo deberá consultar rápidamente con un profesional o aliviarlo de cualquier forma. Indudablemente, uno de los pilares del patriarcado es el control de la sexualidad de las mujeres, y el embarazo como acto sexual, no sale de esta norma.

En nuestra sociedad, desde la aparición de los cuidados prenatales medicalizados, el estado anímico de las embarazadas está muy influenciado por los profesionales de la salud, especialmente por los/as médicos/as. El médico Michel Odent habla del “efecto nocebo” y explica que se trata de un efecto negativo en el estado anímico de las embarazadas e indirectamente, de sus familias. Ocurre cada vez que un profesional de la salud hace más daño que bien al interferir con la imaginación, las ilusiones o las opiniones de una mujer embarazada (o no).

El partero Francisco Saraceno refiere: “Pareciera que el sistema médico hegemónico y la sociedad nos avalaran a los hombres en la medida en que ejercemos como médicos (formados con una mirada que tiende a patologizar el embarazo y el parto). Y que sostener, nutrir y acompañar un proceso es un lugar cuestionable siendo hombre, en cambio intervenirlo, dirigirlo, conducirlo no lo es. Para cortar, operar y controlar no hay prejuicios de género cuando de nacimientos se trata. La pregunta que me hago, entonces, es hasta qué punto seguimos como sociedad avalando que los hombres ejerzan poder sobre el cuerpo y las decisiones de las mujeres mientras sospechamos de los lugares horizontales, de construcción conjunta y de empoderamiento de la mujer [4]”.

Sobre el embarazo y las marcas…

Sabemos que un embarazo es más que la gestación de un nuevo ser: implica poner en juego y repensar diversos aspectos de la propia vida. Implica también tomar decisiones, repensarse como sujeto y la posibilidad no sólo de parir otro ser, sino de ejercer el maternaje y, con ello, las necesidades físicas, sociales, afectivas, emocionales y económicas de ese otro ser humano que tendrán que ser cubiertas durante una buena parte de su vida.[5] Por todo esto es que resulta difícil pensar un embarazo sin un mínimo de planificación y deseo puesto allí.

Entiendo el acto de maternar como el conjunto de procesos psicoafectivos que se integran en la mujer, haciendo posible la anidación psíquica, la libidinización de ese hije por nacer, así como la construcción del nuevo rol. Toda esta trayectoria que atraviesa la mujer, implica una reestructuración de su psiquismo que en ocasiones conmociona y reactualiza ansiedades tempranas. Puede propiciar, además, que la mujer resignifique o se haga preguntas sobre su propia crianza, el modo en que fue ma/paternada, así como también la reactivación de traumas o cuestiones infantiles tales como abusos nunca contados, duelos no elaborados, pérdidas perinatales, miedos diversos, ansiedades, angustia, etc.
Emma, embarazada de 2 meses relata: “En Febrero perdí un embarazo de 3 meses. Se detuvo. Me hicieron un legrado. Me puse a trabajar para distraerme. Mi marido trabajaba de noche. Se me cerraba la garganta, crisis de llanto. No quiero salir de mi casa. Me hicieron análisis de todo tipo, pero no volví más al hospital. No quería saber. Recién hace una semana retiré la autopsia. Me mandaron al psicólogo porque decían que tal vez no había hecho el duelo. Era mi primer hijo! Fui hasta hace un mes y medio atrás, pero sentía que no me hacía nada. Mi cabeza por las noches trabaja peor, pensando en lo que pasó, revisando todo. (…) este embarazo no fue buscado, ni tener relaciones quería. Si me hubiera enterado antes, yo ni hubiera intentado volver a tener un embarazo. Yo no quería. Tengo miedo de que me pase lo mismo”. A Emma la escuché un 17 de Agosto. Antes de irse nos cuenta que la fecha probable de nacimiento de aquel bebé era el 20 de ese mes.
Vemos en el relato de Emma, que lo que manifiesta como su deseo - consciente - de no volver a quedar embarazada, pareciera estar teñido por la experiencia previa de la pérdida perinatal. Como ella sospecha por lo que le dijeron otras personas, algo de eso no elaborado probablemente sea lo que le esté oprimiendo la garganta y angustiando de tal modo. Creo importante poder propiciar allí algo de su concepción de hijo, del lugar que le está dando - o no - al que está gestando y al que perdió, teniendo en cuenta que ambos se inscribirán en una cadena de transmisión generacional de deseos, fantasías conscientes e inconscientes y de mitos.

En mujeres que ya han sido madres, un nuevo embarazo también despierta todo aquello del/ de los parto/s anterior/es. Si ha sufrido violencia obstétrica, o si fue un parto complicado, una cesárea inesperada, un trabajo de parto muy largo o doloroso, cuestiones que reaparecen y ante las cuales es necesario que medie la palabra para separar aquella experiencia de esta actual, historizar y dialectizar lo sucedido y el deseo (o no) puesto en este embarazo en curso.
Griselda está embarazada de 35 semanas e internada hace unos días porque, según refiere, tiene las mismas sensaciones corporales que tenía cuando murió su hijo anterior dentro de su útero, al atravesar la misma edad gestacional. Luego de hablar un rato al lado de su cama, me cuenta que vino a control porque su bebé no se movía y le ardía la panza, la piel. Aclara que es el mismo ardor que sintió en el 2015, días antes de que le hicieran una cesárea porque su bebé había fallecido. La visito al día siguiente, continuaba el ardor y su miedo, pero los monitoreos y las ecografías daban todas bien. Puede situar que cuando más le arde la panza es por la noche. Le pregunto a qué hora fue aquella cesárea. Puede recordar que fue de noche, entre las 21 y 22 horas. Hablamos sobre eso. A los dos días, cuando vuelvo, me cuenta que no tuvo más dolores. Ese día a la tarde, nació su bebé sin problemas.
Probablemente allí la palabra motorizó el movimiento de algo de aquella pérdida que nunca antes había sido elaborada ni hablada. De aquí la importancia de un analista, no sólo para elaborar lo pasado, sino para contribuir a la construcción de la experiencia en medio de la crisis, de la angustia, para acompañar en el afrontamiento del dolor con más herramientas.
Una mujer de nacionalidad boliviana me contaba que a sus 14 años, su madre falleció en el parto y actualmente ella teme que le suceda lo mismo: “allá (en Bolivia) piensan que como mi mamá murió en el parto yo también voy a morir así”.
Las experiencias de partos de familiares, o de la madre de la mujer embarazada, también suelen resignificarse y actualizarse con la llegada de un nuevo embarazo.  Cabe resaltar que la relación de la mujer con su propia madre será objeto de intensas reelaboraciones. Ocupará mucho espacio en su psiquismo. Así como también, que la calidad del vínculo que haya establecido con su propia madre, será un predictor de la relación que podría establecer con su bebé”[6].

Entonces, creo importante pensar a la mujer embarazada obviamente atravesada por su propia historia, como cualquier sujeto, como así también por esta nueva realidad que es la gestación, por la que toda su identidad psíquica y física se ven fuertemente conmovidas. “Se debe comprender e identificar este momento de la vida como una situación en la que convergen “lo familiar y lo extraño”; entendiendo como familiar la transmisión de la especie, los mitos, creencias, así como la incorporación histórica de modelos de identificación; y lo extraño e inquietante que hace que esta experiencia revista el carácter de algo singular que hace de cada experiencia de embarazo y parto algo inédito”[7].

A modo de conclusión…

Compruebo cada vez que la palabra es el mejor medio para sanar. Que a través de ella van sanando las historias que no se dieron como se soñaron, los partos idealizados y fallidos, los bebés que no lograron colmar ese deseo, ese anhelo con que sus ma-padres los esperaban y hasta el dolor que dejan aquellos que vivieron horas, días o incluso no llegaron a respirar fuera del útero de su mamá. La palabra y la presencia. La disponibilidad del cuerpo a cuerpo, del estar ahí. Conteniendo. A veces en silencio. Consultorio, interconsulta, entrevista al lado de una incubadora, en una sala de espera o con la mamá y su bebé en contacto piel a piel.

Cuando una mujer habla y nos confía algo de su subjetividad, es necesario como analistas, que lo alojemos y que seamos capaces de ayudarla y orientarla a hacer algo con eso. Del ocultamiento, del temor, de la sumisión, cuando la palabra es dicha, ésta se transforma, aparece haciéndose escuchar por ese/a mismo/a que habla, en tanto que a aquello denunciado se le da una entidad que tal vez nunca antes tuvo. La escucha y el trabajo con la palabra son nuestras fieles herramientas. La palabra en sus múltiples vertientes: como información segura y confiable, desde la cual las mujeres puedan decidir qué, cuándo y por qué; así como también como denuncia, como posibilidad de elaboración de lo traumático, como refugio desde el cual ampararse y como trinchera, combatiendo desde allí para no ser arrasadas por un sistema que nos quiere sumisas y calladas… porque maternar es un acto de amor pero también es un acto político, así como acompañar esas ma-paternidades desde el deseo que nos mueve como analistas.



Referencias bibliográficas

Arribillaga, Inés. Legitimando la no maternidad como elección. (2017) Recuperado de http://emprendedorasenred.com.ar/articulos/legitimando-la-no-maternidad-como-eleccion-2o-parte/

Cuello, S. V. (2016). Cuerpo y filosofía. Apropiación del cuerpo de la mujer en occidente. (Tesis de posgrado). Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, Argentina. Recuperado de RIDAA-UNQ Repositorio Institucional Digital de Acceso Abierto de la Universidad Nacional de Quilmes http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/180
De Dios-Vallejo, Delia Selene. Equidad de género y embarazo. (2014). Recuperado de  http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-53372014000200002
Delia Selene de Dios-Vallejo. Equidad de género y embarazo. (2014) Recuperado de  http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-53372014000200002
Foks, Silvina. Algunas consideraciones sobre la Depresión Perinatal. En Revista ATLAS12 (2017). Buenos Aires. Autowhan Editora.
Gastaldi, Daniela. Curso de Posgrado de la AASM “Vínculo y psiquismo temprano”. Buenos Aires. (2017)
Northrup, Christiane. Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. (2010). Ed. Urano.
Odent, Michel. Ecología prenatal. (2014). Buenos Aires. Editorial Creavida.
Oiberman, Alicia. De la matrona a la psicología perinatal. En Oiberman, Alicia. Compiladora, Nacer y Acompañar. Abordajes clínicos de la psicología perinatal. (2013). Lugar Editorial
Saraceno Francisco. El desafío de partear en masculino. En Revista “LATIR, el arte de partear”. (2014)



[1] Oiberman, A. De la matrona a la psicología perinatal. En Nacer y Acompañar. Abordajes clínicos de la psicología perinatal. Lugar Editorial
[2] Delia Selene de Dios-Vallejo. Equidad de género y embarazo. En http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-53372014000200002
[3] http://emprendedorasenred.com.ar/articulos/legitimando-la-no-maternidad-como-eleccion-2o-parte/
[4] Saraceno Francisco. El desafío de partear en masculino. En la revista “LATIR, el arte de partear”. Pág. 90
[5] Delia Selene de Dios-Vallejo. Equidad de género y embarazo. En http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-53372014000200002
[6] Gastaldi, Daniela. Curso de Posgrado de la AASM “Vínculo y psiquismo temprano”. Clase N° 1
[7] Gastaldi, Daniela. Curso de Posgado de la AASM “Vínculo y psiquismo temprano”. Clase N° 2: Trabajo interdisciplinario. Cursos PIM. Rol del psicólogo perinatal en hospitales.

viernes, 22 de mayo de 2020

Cesárea Respetada - Nace Benito


La noche del Domingo 8 de septiembre de 2019 estaba terminando. Había estado muy incómoda ese día, pero fuimos a almorzar a la casa de mis papás y a la tarde después de una siesta larga pasaron lxs abuelxs paternxs a saludar. Mis tobillos eran los de un elefante. Retención de líquidos al extremo.

La noche del sábado necesité hacer unos ejercicios en la pelota. Había sido un día agitado, yoga a la mañana y un cumpleañito a la tarde. Tal vez eso ayudó a que Benito decidiera nacer quince días antes de la ilusa fecha probable de parto.

Continúo. Volvamos a la noche del domingo. Recuerdo que eran las 20 hs aproximadamente y yo estaba bordando el cartelito de la puerta de la habitación. Un arcoiris y en letras negras mayúsculas el nombre de Beni.

Me dieron ganas de ir al baño. Y ahí algo no fue “normal”. Sentí que algo se había como desprendido. A los minutos descubrí que seguro se trataba del tapón mucoso. Empezaba todo. Quince días antes. Con un cartel y EL BOLSO a medio hacer en el living.
Subí rápidamente a ponerme un protector diario y fue como en las películas. Rompí bolsa. Grité LUCAAAAAS. Y nos reímos y abrazamos. Lloramos.

Llamé a mi adorada obstetra. Y riendo le pedí perdón por romperle las pelotas un domingo pero tenía que contarle que había roto bolsa. Nos reímos. Siempre nos reímos. Desde que la conocí. En cada consulta, en cada mensaje y llamado. Recuerdo que cuando estábamos esperando para que nos atienda en la primera consulta escuchamos las risas que venían del consultorio y Lucas me dijo “vas a ver que nos vamos a quedar con ella”. Así fue.

Luciana me dijo que llame a la partera, que coordine con ella cómo seguir, que por suerte estaba Paula. La que mejor me había caído. La llamo a Paula y quedamos en hablarnos en un par de horas. Debíamos esperar las contracciones y realizar el trabajo de parto en casa.

Llamamos a lxs abuelxs, hablamos con algunxs amigxs cercanxs. Preparé algunas cosas que me faltaban del bolso. Pedimos dos ensaladas, y nos acostamos a ver tele en la cama.
No pude descansar mucho, la ansiedad, siempre fiel compañera, estaba presente.

A la madrugada seguía todo igual. Sin contracciones ni molestias. Seguía perdiendo líquido amniótico y Beni se movía así que todo iba bien. Bajé a prepararme un té y a terminar de bordar el cartel. Lo logré y en vano intenté volver a dormir.

Se hicieron las 5 am, la hora en la que tenía que llamar a Paula. Le conté que no había pasado NADA. En dos horas nos teníamos que encontrar en la clínica. A la hora volvimos a hablar y charlamos de las opciones, que las conocía muy bien, inducción o cesárea.

El lunes amanecía súper pegajoso y estaba por llover. Nos vestimos y salimos para la clínica. Nos despedimos de las mascotas. Estábamos tranquilxs. En plena autopista me di cuenta que no llevábamos la carpeta con todos los estudios, volvimos a buscarla.

Llegamos a la clínica, nos costó encontrar bien adonde ir. Cuando lo logramos apareció Paula con una cara de dormida terrible, había tenido varios partos ese día y noche.

Me hizo las revisaciones correspondientes, Benito estaba perfecto, pero yo tenía el cuello de útero súper cerrado.

La inducción nunca estuvo en nuestros planes. De todos modos, lo hablé con Luciana y con Paula. Teníamos unas horas más para ver si se desencadenaba el trabajo de parto. Mientras nos internamos.
La enfermera que me puso el suero (tuvieron que pasarme antibiótico porque no tenía los resultados del estreptococo) me destrozó el brazo aún cuando le dije que mis venas copadas estaban en el otro. Vimos tele. Lucas nos mimaba a cada minuto. Sin saberlo estábamos despidiendo la vida de a dos.
No podía moverme mucho por la bolsa rota, hay riesgos como desprendimiento del cordón, por eso los movimientos deben ser mínimos. Por un momento Paula pensó que Beni podía haberse atravesado y pidió una eco. Era muy temprano, faltaba personal y Luciana ese día estaba trabajando en otra clínica, por consiguiente todo iba bastante lento. Las pulsaciones de Beni estaban perfectas y unas horas después la ecografía demostró que la posición también. Eran aproximadamente las 12 pm. Llevábamos catorce horas así. Yo sabía que se esperaba como máximo un día en esa institución.
Paula me avisa que tenía que ir a cubrir otro parto, que me iba a asistir Mariela, la partera de la clínica. Eso me desalentó un poco pero por algo todo se estaba dando de esa manera. Volvimos a charlar sobre las opciones, negamos la inducción nuevamente ya que con el cuello tan cerrado era muy factible que de todos modos terminemos en cesárea.

Así que bueno, dos horas después llegó Luciana, nos abrazamos tanto, le confesé que estaba algo triste por mi añorado parto vaginal. Me contuvo y me dijo palabras que me guardo para mi que me tranquilizaron y ahí entendí porqué la habíamos elegido. Mariela resultó ser muy dulce. Igual en la cesárea le tocaba ser actriz de reparto. Estaban preparando el quirófano. Como los pedidos excéntricos de los cantantes en sus camarines yo pedí lavarme los dientes. Estaba sucediendo. Íbamos a conocernos.

Me llevan al quirófano que por suerte estaba enfrente de la habitación. Recuerdo que era de un blanco impoluto y había pocas personas. El reloj marcaba las 14 horas clavadas. El anestesista, que cuando escribo me doy cuenta que tenía un aire al profesor de pilates, me aplicó la peridural mientras Mariela me agarraba fuerte de las manos. Apareció Lucas vestido de futuro papá en un ambo verde agua.
Me acuestan en esa posición “jesucristica” un poco incómoda y se dio por comenzada la acción. Eran las 14:10.

El anestesista puso música. Ahí me puteé internamente porque no habíamos llegado a preparar la playlist.

Ya no sentía mi cuerpo de la cintura para abajo, escuchaba unos ruidos dignos de carpintería pero no tenía miedo. Me iban relatando todo lo que iba pasado. Lucas miraba todo, atento al lado mío y Luciana alzaba la vista y sus dos faroles celestes me sonreían. Todo iba bien.
Empezó a sonar la canción Shallow, cantada por Lady Gaga y Bradley Copper, que forma parte de la banda sonora de la película Nace una estrella. Más perfecto no se consigue. Benito estaba posicionado muy arriba, ahí entendí la presión que sentí sobre todo durante los últimos meses en la zona que va de mi pecho al ombligo.

A las 14:26 de ese lunes el león Benito rugió. Cuando lo vi sentí algo que no puedo expresar ni poner en palabras. Una mezcla de amor, de paz, de magia, una emoción que desbordaba mi alma. Su cara me recordó a mi hermana de bebé.


Con Lucas habíamos parido a nuestro Benito y ya nada volvería a ser igual. Por eso digo que lo parimos lxs dos y nacimos lxs tres. Lo apoyaron en mi pecho, y estuvimos admirándolo un ratito. Mientras me cosían, sólo en ese momento sentí una molestia. Quería toser y me faltaba el aire.
Luego de los controles, muy rápidos, que le hicieron bajo la supervisación de Lucas, ambos volvieron al quirófano. Beni a upa suyo, hacía ruido a chupete, ¡quería teta!. Entonces volvió a upa mío y junto a Lucas y Luciana seguimos sin poder dejar de mirarlo, besarlo y tocarlo con los ojos mojados.

Siempre sentí que algo no había podido darse, que el mantra que leyó mi profe de yoga en nuestro último encuentro con panza no había funcionado en mi, tal vez por miedo al dolor, tal vez porque el linaje de las mujeres de mi familia parió por cesárea a todxs sus hijxs, tal vez por mi luna. Pero ese tal vez se esfumó por completo ese día que volví a yoga, ahora en formato de ronda de crianza, y me tocó contar mi parto. Mientras les iba mostrando las fotos, una de mis amigas de tribu preguntó al verlas “¿ella es tu mamá?”. Estaba señalando a Luciana.

lunes, 5 de marzo de 2018

Estereotipos de género

Dos o tres veces en un mismo día. Hoy, varias personas“confundieron” a Indira con un nene 👶🏼. No me sorprende que esto haya pasado 🤷🏻‍♀️ (no es la primera vez) porque es chiquita, casi no tiene pelo y estaba con su gorrito de sol 🧢 , bien camuflada para que no la reconozcan los paparazzis 😂.

Lo que me preocupó 🤔, por no decir que me entristeció un poco 🙁, fue que la confusión se centró específicamente en el color de la ropa que le puse. Como la ven en la foto, remera celeste (y gorrito de jean que en ese momento lo debe haber revoleado x los aires 😂)… usaba supuestos “colores de varón”.
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No hay nada que me guste más que vestirme con cualquier color y lo mismo me pasa con mi hija. Si es negro 🖤, gris ⚪️o celeste 💙, todo color entra en su placard.
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Pero pienso 🤔… de qué manera lxs adultxs le inculcamos a lxs más chicxs todas estas cuestiones de género. Desde los juguetes, hasta los juegos y el color de la ropa. La nena 👧🏻no tendría mas de 6 años y me dijo “ah parece un varón… por esto”, señalándole la remera 👕turquesa, a lo que le respondí entre risas: “ es que ella usa todos los colores!!” 😃😒.
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Creo que no hay nada peor que los estereotipos, el encasillamiento, las mentes rígidas y estructuradas. Me cuesta creer que aún hoy, año 2018, esté escribiendo y reflexionando sobre esto. Pero nunca está de más frenar ⛔️ y pensar 💭 . Porque claro, a mí también me cuesta a veces no hablar desde el prejuicio o el estereotipo, promulgar en mi hija la libertad, las libres elecciones, la igualdad.
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Es difícil porque la sociedad se acostumbró al blanco o negro ☯️, al nene 🚹 o nena 🚺, pero bien sabemos que hoy existe la pluralidad… de voces 🗣… de sexualidades 💑 👩‍❤️‍👩 👨‍❤️‍👨… de ideas 💡 … de géneros…
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Más respeto, más amor 💖 y más libertad, gente 🙏🏻

viernes, 12 de enero de 2018

Parto respetado - Parte 1


Es más que una “moda”, que una ley, que un derecho de las mujeres y sus familias 👨‍👩‍👧‍👦👩‍👩‍👧‍👦. El parto respetado (PR) es mucho➕ y mucho➖que todo eso y que grandes reflexiones. Porque el PR es eso: el respeto al parto. A la mujer 🚺. A su decisión. Al tiempo de su cuerpo y de su bebé 👶🏼por nacer. .
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Cuando hablo de PR no hablo (únicamente) de parir sin anestesia ni intervenciones innecesarias,  en la posición que se desee, vaginalmente. Parir se pare por vía vaginal o por cesárea, según las circunstancias. Pero el respeto tiene que estar siempre. Y eso implica escuchar 👂🏼 a la mujer (no sólo en el momento de dar a luz sino desde el embarazo 🤰🏼), oír su deseo, sus miedos 😰, sus dudas 🤔. Despejar eso y brindarle información 📚 precisa, segura, verdadera, confiable. Porque a pesar de que (por suerte) cada vez se habla más del PR, sigue habiendo mucha desinformación al respecto. .
Mujeres que no saben, o que por miedo no quieren saber, profesionales que asustan, que informan mal (o que directamente no lo hacen) y muchos etcéteras más.
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No informar es violencia. Programar una cesárea injustificada sólo x beneficio o costumbre del/la médico/a 👨🏻‍⚕️👩🏼‍⚕️también.
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Hay violencias escondidas por todos lados, naturalizadas. Algunas mujeres embarazadas acatan lo que su médicx les indica, aún sin estar de acuerdo (o sin entender) porque se encuentran en un momento muy particular, de hormonazo, sensibilidad 😭y miedos a flor de piel. Necesitan confiar.
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El embarazo es algo “natural”, pero también es lo más extraño y ajeno que podemos vivir, sea el primero o el quinto! Y es por eso que necesitamos contar con alguien que nos contenga ❤️, que nos tenga en cuenta como lo que somos: seres humanas, con derechos y decisión propia. .
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Y sí, al PR lo difundo y promulgo. Me lo puse de camiseta. Así parí. Respetada y feliz. Y así quiero que se conviertan en madres todas las mujeres.
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#parto #partorespetado #respect #respeto #parir #maternidade #maternidad #motherhood #embarazo #pregnant #pregnancy #pic #picoftheday #photography #photo #photooftheday #water #agua #mother #mama #mom #mum #babybump #panza #embarazada

miércoles, 3 de enero de 2018

Dejarlxs...

Una mamá de mi tribu cuenta entre risas que fue feliz al dejar a su gordo al cuidado de su madre y retomar su trabajo, al menos unas horas. Dice sentirse plena y sin culpas por “dejarlo”.
Hace unos días, una mujer me escribe contándome lo difícil que le resulta separarse de su bebé de 5 meses. No trabaja y con “la excusa” de la teta no se separan ni un minuto. Tímidamente refiere estar analizando tomarse un “tiempito” para ella (tal vez 1 hora) para ir al gimnasio o caminar, dentro de un mes cuando su bebé empiece a comer.

Vemos las diversas formas que toma la maternidad en cada mujer. El supuesto difícil momento de dejar al/la bebé con alguien más (sea por el motivo que sea) algunas no lo viven así, sino por el contrario, con alegría de reencontrarse en su anterior rol, el de mujer, tal vez trabajadora, independiente. Claro que seguimos siendo todo eso, pero un nuevo rol se suma. Un rol que suele expandirse y abarcar muchos aspectos de nuestra vida. Y la culpa y los miedos también pueden aparecer cuando estamos intentando alejarnos poco a poco de nuestra cría. Como todo, se trata de un proceso. Interno, propio, de elaboración, de cuestionarnos a nosotras mismas. Realmente queremos irnos?  O más bien lo necesitamos? La sociedad o alguien en particular nos lo impone? o es un deseo propio (aunque un poco oculto tras la culpa de “madre abandónica”)?

En mi experiencia, la primera semana de vuelta al trabajo fue la más dura. Indi tenía sólo 4 meses!! Yo, no estaba ahí. Mi cabeza seguía en casa. Sólo pensaba en ella. (Me extrañará? Llorará? Sufrirá mi ausencia? La cuidaban sus abuelxs… pero ellxs no eran yo!

Claramente sabemos quién sufrió más. La relación con sus abuelxs se afianza día a día, se ríe, disfruta. Con ellxs también es feliz. Y cuando vuelvo de trabajar me sonríe, se me tira encima extendiendo sus manitos, nos abrazamos, nos reencontramos desde el amor y la felicidad de volver a vernos. )

De a poco lo fui viendo. Eso me hacía bien a mí también. Pude ir relajándome, disfrutando de nuevo. Pude volver a estar ahí, disfrutando, reencontrándome con y en mi trabajo. Con mi anterior yo. Aunque nueva, distinta, pero también un poco la misma de siempre. Sí, sólo un poco…

viernes, 29 de diciembre de 2017

Conservación y descongelamiento de la leche materna

#Tips para conservar la Leche Materna
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- La LM puede freezarse sin problemas. Se recomiendan frascos de vidrio con tapa de plástico (yo uso los del yoghurt Dahi, se venden vacíos en Mercadolibre) o también bolsitas específicas para eso.
- Fuera de la heladera dura sólo algunas horas (cuidado con este super calor)
- En la heladera dura hasta 5 días. Yo mas de tres no la dejo. Siempre olela antes de freezarla o consumirla.
- Batila levemente antes de frizarla
- En el freezer dura entre 3 y 4 meses
- Siempre rotula el recipiente con la fecha de extracción
- Tene en cuenta de dejar un espacio libre en el recipiente (no lo llenes al tope) porque la leche se expande al congelarse
- Podes freezar en un mimo tarrito, leche de distintos dias, con las siguientes precauciones: que la leche que agregues este bien fria para que no derrita a la congelada, y que sea menor cantidad que la otra.
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.Tips para descongelarla
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- Nunca en microondas! Le quita las geniaaales propiedades y nutrientes a la LM.
- Tampoco a fuego directo!
- Hacelo bajo agua tibia o a baño maria
- Que no llegue a hevirse
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.Tips para dársela a tu bb
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- No pongas toda la leche que descongelaste en la mamadera, ya que aquella que tome contacto con la boca (saliva) del/la bb no podrá conservarse. Dale de a poquito para luego volver a agregarle o directamente la cantidad que ya sepas que usualmente toma
- La leche que descongeles sólo dura 24hs
- No se puede volver a congelar leche ya descongelada
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Espero que se haya entendido y les resulte útil!! Cualquier duda me escriben!
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#psimamilactancia


Extracción de leche materna - Parte 2

#Sacaleches
- Eléctrico: es considerablemente más caro (tengo el de Avent y lo consegui bastante ganga, por Mercado Libre, usado, y me resulta genial) per la rapidez y comodidad no se comparan con el manual. Lo pienso como una buena inversión!
- Manual: es útil para esos momentos en los que sabes que tenes que sacarte en algún lugar sin enchufes (me pasa una vez x mes que me saco en el baño de un shopping). Es más lento y cansa un poco la mano, pero la clave la encontré en que haga bien el vacío y hacer succiones más largas, lentas y menos veces.

Tips!
- Es importante que, si no queres perder producción de #leche, no cuelgues en extraerte. Que sea una rutina. Sino, de a poco, al haber menos estimulación, va a ir mermando la cantidad de leche.
- Tomatelo con calma. Cuando ya estés canchera vas a poder almorzar, escribir y estudiar al mismo tiempo que te estés sacando. Posta! Jajaja.
- He escuchado que a algunas #mujeres les duelen los pezones al extraerse. Realmente no puedo decir mucho al respecto porque por suerte nunca me pasó. Al principio es una sensación rara, muy distinta a la succión del bebé, pero como a todo, nos acostumbramos. Si duelen mucho o se lastiman, la recomendación es siempre la misma: pasate tu propia leche, airealos y ponelos al sol un rato! Segunda opción: crema (la buchi es una de las mejores). Y si nada funciona, no te dejes estar, puericultora!
- Si la teta esta muy dura significa que pasaron muchas horas, con lo cual tendrías que evaluar sacarte antes de que eso pase. Lo ideal en esos casos es masajearla antes de extraerte.
- Si ves que ya no sale leche pero sentis que aún está cargada, presiona esas zonas, sin que se pierda el vacío de la copa del extractor.
- Lavate las manos antes de extraerte
- Lava con agua y detergente las piezas del sacaleches cada vez que termines de usarlo
- No olvides esterilizar las piezas cada tanto (lo hago menos de lo que debería, en esa no me sigan, soy desastrosa)

“Patriarcado y embarazo. El control de nuestros cuerpos”

“Patriarcado y embarazo. El control de nuestros cuerpos” Autora: Lic. Carolina Pena Resumen Este trabajo intenta abordar ...